Emprendedores: Parodi tienda de bebidas. Damián Parodi detectó que, por más crisis que haya, uno de los consumos que la gente no resigna es el etílico. Y armó una cadena de locales en que vende botellas de todo tipo, sin desdeñar las gaseosas ni el agua.
Cuando Damián Parodi era cadete y “chico para todo” en un supermercado Norte, los baños que a él le tocaba limpiar eran siempre los que quedaban más relucientes. “Porque a mí me encantaba mi trabajo: el día que dejó de gustarme, me fui”, explica.
Ese fue su primer empleo, donde atendió a clientes por primera vez. Después entró a Garbarino como vendedor y llegó a ser gerente de Ventas para el interior del país. De ahí se fue para lanzar su propio negocio, y también le fue muy bien. Pero para el talento que –evidentemente- tiene como comerciante, no encuentra otra explicación: que le encanta lo que hace y le pone pasión.
“Yo todavía estaba en Garbarino en 2002, ya había nacido mi primer hijo y con mi señora queríamos tener un negocio familiar”, cuenta Parodi. “Viajaba mucho por el interior, y veía que, a pesar de la crisis, había tres rubros en los cuales la gente seguía consumiendo: alimentos, farmacia y bebidas alcohólicas”, cuenta Parodi. Así que decidió que su emprendimiento tenía que ser en uno de esos tres.
Se decidió por abrir una cadena de venta de bebidas porque, en su infancia, pasaba las vacaciones en la finca familiar de Mendoza (aunque sus familiares no eran bodegueros, sólo vendían la uva). Pero Parodi Tienda de Bebidas es algo muy diferente de una vinoteca. “Tenés desde agua mineral o gaseosa hasta un destilado o una cerveza artesanal, pasando, por supuesto, por el vino y el champagne”, sintetiza el emprendedor.
La firma cuenta con productos de más de 500 etiquetas y en sus estanterías están representadas unas 100 bodegas. (Trabaja con mucha mercadería importada, manejándose con distribuidoras que están en el país; pero no tuvo problemas de faltantes.) Además, ofrece variedad de delikatessen, realiza entregas a domicilio (sólo en horario comercial) y brinda asesoramiento para el armado de cavas privadas y barras para fiestas y eventos.
Desde cero El primer local, en San Miguel –que hoy también es la casa central y el depósito–, provincia de Buenos Aires, abrió en 2009. “Empecé desde cero, otra vez como en el supermercado: limpiando pisos y atendiendo clientes”, dice Parodi. “Hoy todavía trabajo de lunes a lunes, y atendiendo a la gente en San Miguel”.
Hoy, también, la firma tiene sucursales en General Rodríguez, José C. Paz, General Pacheco, Escobar, Don Torcuato y Canning; está por abrir otra en Moreno y además tiene otros cinco locales franquiciados. Antes de fin de año, planea abrir dos franquicias más. (Ver “El apellido pesa”) Los locales tienen desde 40 metros cuadrados hasta 350.
“El que quiere tienda, que la atienda”, sintetiza el emprendedor su filosofía. “Invierto mucho tiempo y dinero en capacitación para los vendedores, para que atiendan bien a los clientes, algo que siempre les remarco a los encargados”, explica. “Y la otra pata importante, además del cliente, es el proveedor, que te da la financiación que no te da el sistema bancario. A mí me ayudan con los plazos de pago y me dan ofertas que puedo volcar a los locales. Si el proveedor te acompaña y atendés bien al cliente, tenés éxito”, asegura.
La firma también hace una venta importante vía web, pero la principal es la que se hace en el salón. Más de la mitad de los ingresos corresponden a vinos, de bodegas como La Rural, Cuarto Surco, Luigi Bosca, Séptima o Catena Zapata, lo cual abarca un rango de precios de $25 a $800 ó $1.000. “Después, hay un mercado muy importante de regalería”, indica. “En eso se trabaja muy bien todo el año, con picos en el Día del Padre y fin de año”.
El proyecto del emprendedor es llegar a las 50 bocas (comenzando con 20 en 2015) a través de las franquicias y, en 2020, expandirse primero a Uruguay y luego a Brasil, de modo que lo suyo llegue a ser un grupo empresario.
FUENTE: Ieco Clarín, por Paula Ancery. 27-09-2014