Emprendedores: Lucenza. Un matrimonio creó un servicio de traslado en minibuses que pasa a buscar a los pasajeros por sus domicilios y los deja en la dirección que ellos indiquen en el lugar de destino.
El fenómeno del hotel boutique trasladado al transporte”: así define Déborah Sabsay a Lucenza Transportes, el negocio en el que se asoció a su marido, Pablo Apodaca, en 2006. Se dedican a trasladar personas desde Mar del Plata hasta la Ciudad de Buenos Aires, pero con dos particularidades. Los vehículos son minibuses –de nunca más de 23 asientos- y el servicio es puerta a puerta, es decir, los pasajeros se ahorran las incomodidades de las respectivas estaciones terminales, y el pedir que alguien vaya a buscarlos hasta allí.
“Con nosotros pueden viajar solos los adultos mayores que habían dejado de hacerlo”, se jacta Sabsay, “y también niños solos, a partir de los once años de edad”, estos últimos con los permisos correspondientes.
Una paradoja elocuente sobre Lucenza, tratándose del métier del que se trata, es que el emprendimiento arrancó y luego creció gracias a la inversión que la pareja extrajo de sucesivos autos. El primero, en el strartup, fue el Corsa que se habían comprado al casarse, con el dinero de sus regalos de boda. “Con eso, y gracias también a esa cultura de pueblo que hay aún en Mar del Plata, donde hay personas a quienes les basta la palabra, compramos el primer vehículo para Lucenza, y luego otro más”, cuenta Sabsay.
Más adelante, para felicitarla por su primer embarazo, su padre –Daniel, el abogado constitucionalista- le regaló su Peugeot 307, que los socios también vendieron para comprarse una Kangoo que usaron para hacer traslados durante un tiempo.
Flota Hoy la firma tiene 14 minibuses y planea sumar dos más en octubre. Los vehículos cambian cada dos o tres años, destaca Sabsay. Pero cuando habla de “transporte boutique” se refiere además a toda una serie de cuidados que se tienen con el pasajero, a fin de garantizarle seguridad y confort: desde el hecho de que todos los choferes -13 en total- tienen descanso día por medio, hasta el de que todas las unidades tienen wi-fi.
Si bien Sabsay estudió teatro y su marido –oriundo de Junín, provincia de Buenos Aires, donde se familiarizó con el turismo rural- es fotógrafo, ambos tenían el “gen emprendedor”. Recalaron en Mar del Plata porque les habían ofrecido administrar allí un hotel, donde estuvieron un par de años. Fue entonces que observaron que había un déficit de servicios de transporte para las personas que prefieren elegir viajar tranquilas y cómodas, entre el partido de General Pueyrredón y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Y que no eran sólo los adultos mayores quienes buscaban atención y cuidados. También las de cualquier edad que no sabían conducir o no tenían auto ni querían sentir, al llegar a la terminal de Retiro, que la ciudad de la furia se les venía encima; los estudiantes, los empleados del sector público o privado que viajan para hacer trámites; los que van con cierta regularidad a MDQ porque allí tienen vivienda de vacaciones, o los marplatenses que vienen a Buenos Aires para hacer visitas o ver un espectáculo. Últimamente, contrato mediante, se sumó todo el personal de McCain, que tiene instalaciones tanto en Capital Federal como en Balcarce.
La reserva de pasajes es telefónica, llamando al call center y proporcionando la dirección por la cual el cliente debe ser buscado. Cuando el vehículo ya está cerca de su domicilio, se llama al pasajero para que recién entonces salga a la vereda. “La contención empieza ya desde ahí, y sigue cuando el chofer, que a menudo los conoce, los saluda”, afirma Sabsay. Pero, sobre todo, la clave es la seguridad vial. La velocidad a la que los choferes conducen es monitoreada por un centro de logística que puede emitir alertas.
Lucenza también obtuvo la certificación IRAM en seguridad vial; y actualmente está en proceso de obtener las certificaciones ISO 9001, de calidad; e ISO 14001, de gestión ambiental.
FUENTE: Ieco Clarín, por Paula Ancery. 05-06-2016