Emprendedores: THR3 ILUMINACIÓN Querían tener su propia agencia de publicidad pero, como la cuenta de Coca-Cola no llegaba, se hacían un dinero extra vendiendo por Internet artefactos lumínicos. Fueron “el Uber” del ramo.

Es difícil eludir la tentación de decir que a los creativos se les prendió la lamparita. Digamos, entonces, que cinco amigos que se conocieron estudiando en la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad (AAAP) se asociaron para cumplir el sueño de la agencia propia, pero terminaron creando el slogan “buena luz, buena vida” … para su propio negocio, otro: una empresa de artefactos de iluminación.

Claro que para entonces no eran los mismos. Literalmente. De los cinco que habían empezado en 2006, dos se bajaron ante evidencia de que los clientes grandes tardaban en llegar. Los tres que quedaron rebautizaron a la agencia como Thrilogia Publicidad, pero luego uno de ellos se convirtió en papá y también emigró en busca del ingreso estable.

Los dos que persistieron, empezaron a vender artículos lumínicos en las páginas de subastas online, como complemento de las pequeñas cuentas que requerían sus servicios publicitarios, usualmente para posicionarse en la Web.

Tanto habían aprendido sobre las nuevas tecnologías de comunicación, sumado a sus saberes publicitarios, que era lógico que terminaran creando su propia marca para los productos que vendían por Internet, y lanzando esa marca –THR3 Iluminación– en la Web.

Para entonces, ya eran otra vez tres, con la incorporación de un nuevo socio que aportó una pequeña ayuda financiera, porque habían arrancado con $2.000 para instalar la agencia. La misma en una de cuyas habitaciones abrieron su primer showroom, hasta que una vecina, harta de que se formara cola en las escaleras, protestó y tuvieron que mudarse de urgencia.

En realidad, la historia de THR3 podría contarse mediante coordenadas geográficas. Hasta 2008 se quedaron en el barrio porteño del Abasto, donde crearon otras marcas –para otras líneas suyas dentro del negocio lumínico– como Mundo Minimal, Kossok o Game Light. Entonces se instalaron en un primer piso en una esquina en Villa Crespo; al cabo de un año tomaron uno de los locales de la planta baja (antiguamente, una herrería) y al año, otro, más grande, en la ochava (antes, una parrilla). En 2011 alquilaron también la terraza, que daba al exterior.

De este modo sumaron tres pisos a la calle, y con una vidriera de gran impacto. En 2013, en diagonal a esa esquina, alquilaron una antigua casa de zapatos, que remodelaron y donde funcionan su segundo local –JOBS Tienda de Diseño, orientado a la decoración y productos de iluminación exclusiva– y el depósito. Ya era casi 2015.

Curadores “Comenzamos haciendo una curaduría, una selección dentro de los productos que ya se fabricaban”, explica uno de los socios, Nicolás Goldman. “Después empezamos a hacer algunos desarrollos. Más que fabricar, ensamblamos algunas partes que les compramos a diferentes proveedores, privilegiando siempre a los locales”.

“Fuimos como un ‘Uber de las luces’, porque empezamos a vender este rubro por Internet cuando nadie más lo hacía”, considera Goldman. “Todos comercializaban en locales, así que se quejaban a los fabricantes. Pero eso nos hizo conocidos. Ahora todos los días vienen los fabricantes a ofrecernos mercadería, y nosotros seleccionamos siguiendo el criterio de ofrecer diseño y calidad a un precio adecuado”.

Excepto por Game Light, marca creada especialmente para el mercado recreativo del azar. “Ahí encontramos un nicho: no había nadie que vendiera específicamente iluminación para casinos”, cuenta Goldman.

Así que se presentaron en una exposición del ramo y, entre stands de naipes, maquinitas jackpots y ruletas, montaron una araña en un recinto de 3 metros cuadrados de paredes de durlock y convidaron moneditas de chocolate. Así vendieron arañas de cristal para el casino central de Mar del Plata y abastecen a casinos de Santiago del Estero y de Chile. Bingo.

FUENTE: Ieco Clarín, por Paula Ancery. 25-09-2016

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