Tendencias en educación ejecutiva: Nació como método para el diseño de producto y se expandió a otros sectores de la empresa. Ahora, entró en las universidades.

En programas de educación ejecutiva, en los MBA y en materias de Económicas o Ingeniería, son cada vez más comunes las actividades destinadas al “pensamiento de diseño”. ¿Se trata de una moda o de una tendencia que llegó para quedarse?

El design thinking, tal su nombre de origen, nació como una metodología para el diseño de producto, pero rápidamente se fue extendiendo hacia otras áreas de las empresas necesitadas de soluciones creativas de cualquier tipo y se volvió el método por excelencia para procesos de innovación.

Forma parte de las llamados “métodos ágiles” de gestión, “que nacen del project management y que buscan pasar a la ejecución rápidamente: como de todas maneras vas a fallar, fallá lo más rápido posible de manera que obtengas un feedback del entorno”, explica Gabriel Romano, director de la Especialización en Gestión de Proyectos de la UCEMA. En este sentido, “son métodos iterativos”, es decir, que se repiten para buscar mejoras.

Frente a un problema que necesita solución (un nuevo producto, una innovación en procesos, etc.), esta metodología plantea tres “espacios de diseño”. El primero es el de la observación: “También se lo llama ‘inspiración’ y consiste en empezar a observar lo que está pasando, comprender e investigar todo lo que se pueda sin intervenir”, dice Nicolás Llambías, a cargo de la materia Diseño de Producto, Pensamiento y Gestión del MBA de la UP.

Hay que cercarse al usuario y entender cuáles son sus expectativas concretas para, en base a eso, definir qué alternativas podés llevar adelante”, aporta Romano.

Justamente, este interés por comprender a los usuarios o clientes de la futura solución es clave en el método. “Es un proceso que hace foco en el usuario: propone algo que hacemos todos cuando queremos empatizar con alguien en algún tema, pensar qué necesita el otro. Está en línea con el desarrollo de habilidades blandas”, agrega, por su parte Mariano Bergman, subdirector de Educación Ejecutiva de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella.

El segundo “espacio de diseño” es el de la ideación, es decir, definir el problema y comenzar a pensar la solución. Por último, se pasa a la etapa de implementación: se desarrolla un prototipo o “entregable”, se testea y se obtiene un feedback de efectividad o error que permite ajustar la solución.

La llegada a las aulas

Con el imperativo de la innovación para generar un diferencial, las empresas se lanzaron a la creación. “Pero una idea en el aire no se concreta”, advierte Diego Psajalidis, director de la carrera de Ingeniería Industrial de la UADE. “Por eso las empresas comenzaron a demandar herramientas para la innovación aplicada. El design thinking reúne las dos cosas: la creatividad y el pensamiento analítico para llevarla a la práctica”, señala.

Así, la UADE diseñó un curso de 24 horas para “transmitir el pensamiento de diseño, centrado en la solución que hay que darle al problema”, describe el académico. También lo utilizan en el MBA y en educación ejecutiva para el desarrollo de competencias gerenciales.

En la Di Tella el tema está incluido en una materia electiva que se dicta hacia el final de segundo año del MBA, en forma de taller. Allí se dan los conceptos de pensamiento de diseño y se trabaja en un caso real. “Unos 30 alumnos se separan en grupos y a lo largo de todo el curso van trabajando en el caso. Este año se trabajó con el club River Plate para resolver varios problemas que había detectado la propia institución”, informan desde la universidad.

Bergman indica que la temática empezó a aparecer “de la mano de la innovación y de la creatividad. Por eso comenzamos a ofrecer algo de design thinking metido en las materias de innovación”, dice.

Además, “hace ya un par de años, las empresas vienen con la necesidad: piden algún curso a medida que incluya pensamiento de diseño buscando procesos creativos con foco en el usuario”, agrega.

“En la Especialización en Gestión de Proyectos se aplica el design thinking porque estamos buscando en todo momento que, al momento de la creatividad, los alumnos dejen de pensar en los modelos preexistentes”, comenta Romano.

En el caso de la UP, también se incorporó como parte de un seminario de innovación: “se desarrolló un proceso de design thinknig que incluyó el armado de un prototipo”, dice Llambías. “Esta experiencia duró cuatro horas, pero puede durar dos semana o dos meses. La intención es ayudar a los alumnos aplicar la metodología para que puedan pensar productos”, agrega.

Los orígenes

La idea del diseño como modo de pensamiento puede rastrearse en “La ciencia de los artificial”, un libro de 1969. De ahí en más, el término design thinking se extendió en diversos usos. Según Harvard Business Review, fue Tim Brown, CEO de IDEO, quien lo propuso como método para responder a las necesidades y deseos de las personas de manera tecnológica y estratégicamente viable.

FUENTE: Ieco Clarín, por Gabriela Samela. 02-10-2016

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